viernes, diciembre 09, 2005

LA VIDA INEVITABLE

La Vida Inevitable

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Dentro de los artículos apócrifos atribuidos a Benjamín Santos Rufino, santo varón de español dedicado al estudio de la escrituras y la etimología, ya reseñado en otro artículo, se destaca por su curiosidad bibliográfica y las ideas existencialistas que comenta uno dedicado a Casimiro Atehortua Laguado, filosofo de Aguadas, Caldas.

Sostenía este filosofo criollo aguadeño -según Santos Rufino- dos tesis singularmente existencialistas, publicadas en una obra póstuma, llamada: "Suspicacias del arte de desaparecer": El primero de ellos; 1. Que la vida es inevitable, y que por lo tanto, peor que morir, es la perspectiva cierta de volver a vivir: en el átomo de un pez, en una molécula de una rana, en una partícula de yerba. Igual que la muerte, en su fuerza desatada e inevitable que hace desaparecer todo y que en el fondo viene a ser una transformación violenta, pero al fin y al cabo, una simple mutación, está el principio activo de la vida, que obra el milagro de la existencia por encima del fin. Golpe de gracia dado a los suicidas y jubilados que pensaron finiquitar sus asuntos.

La vida, sostenía, Atehortua Laguado, germina casi de la nada, brota como renacuajos en un pozo, se anida en un pequeño charco de agua detenida y desata procesos infinitos y cadenas inevitables de evolución. ¿Quién la puede detener? En América Latina, las mujeres pobres y famélicas, quedan embarazadas asoleando unos calzoncillos, y quienes menos pueden, se multiplican vertiginosamente en parentelas. En promedio, en la humanidad, son más altos los saldos a favor de vivos que en contra, de quienes fallecen, por lo cual vamos sobrepoblando el planeta.

La segunda tesis de filosofo de Aguadas, según Santos Rufino, es aún más inquietante: 2. Si en los últimos confines del Universo inevitablemente se llegará a la nada, algo que se puede especular dado que el espacio esta más lleno de vacío que de materia, qué venimos a ser nosotros si nos hallamos en el centro o en un sector de ese Universo rodeado de nada. Cómo se puede hallar algo bordeado por la nada, abrazado por la nada o que subyace en la nada. Atehortua Laguado, sostiene, que no esta muy lejos de razón el borrachito que el velorio se abraza desconsolado a su compadre y sostiene: "No somos nada, compadrito, no somos nada".

Así que tenemos dos razones sostenidas y prevalecientes, pero a la vez contradictorias en sí mismas. ¿Qué principio hace que algo propugne por el ser en medio de la nada? Algo que se debe resolver en esa contradicción debe ser la verdad. Pero quizás, por ahora, ni nuestra inteligencia limitada, ni nuestra formulas matemáticas nos permita solucionarlo.