Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*
Recuerdo una columna que escribió Raúl León Fernández antes de morir sobre el sentimiento de patria chica que le nacía en el corazón al recorrer la plazuela de los libertadores, o parque central. Un sentimiento mezclado de altivez y cariño en cada paso, que lo engrandecía, un sentido telúrico que lo enraizaba en su terruño. Igual, tuve oportunidad de hablar muchas veces con Eduardo Rojas en espacios de academia sobre la necesidad de pensar y proyectar la ciudad que iba creciendo y se iba ensanchando.
Supe de sus esfuerzos y gestiones en torno al Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad, el cual disponía un sentido de orden y proyección para que la ciudad cristalizara en una urbe amable, humana, habitable para luchar contra el caos y el desorden que la amenazaba bajo la presión crecimiento urbanos inusitados, desplazamientos, migración intensa e intereses particulares . Su visión de proyectaba en vías amplias y suficientes, en equipamiento zonal, espacios verdes y de esparcimiento.
La manipulación de alcaldes, junto a minusvalía de concejales que apenas si tramitan en repartija con los alcaldes sus intereses personales, modificaron el POT para beneficiarse con el reparto de tierras que prometían una rápida valorización, suprimieron la proyección de vías y olvidaron cualquier equipamiento zonal, lo que ha dado en una ciudad caótica, encerrada, calurosa, estridente y esquizofrénica.
El centro comercial invadió barrios circunvecinos y con aquiescencia de la oficina de planeación municipal, arrasaron con el patrimonio inmueble de la ciudad, volviendo, por ejemplo, el Teatro Condor, un galpón que sirve para parquear autos. Apenas un tenor lírico llanero, como Hernán Quintero, -que no había nacido en Villavo- alzó su voz para tratar de impedirlo pero como dicen, una sola golondrina no hace verano. La bellaquería y el sin sentido de lo público de clase política tradicional del municipio, pudo más de lo que quiso su voz.
La vía de acceso de Bogotá después de los Fundadores, es una vía estrecha que recibe toda la descarga de una troncal nacional, minada de huecos, sembrada de reductores de velocidad que la hace eterna. Los barrios tienen sus vías deshechas, llenas de trincheras improvisadas con llantas, guacales, palos, para señalizar los huecos y se pongan a salvo los vehículos que deben transitar.
Obras como el Parque de los Fundadores y la Alameda o Parque Longitudinal, están abandonados, mientras las familias, sábados y domingos, intentan pasear sin caer en las trampas formadas por la madera carcomida y desecha que ninguna entidad remplaza. Nadie le puso mano a los potreros que quedaron del arrasamiento de las plazas de mercado San Isidro y 7 de Agosto. Bienes de particulares abandonados por litigios, se han convertido en cloacas oscuras donde medra la delincuencia. Como los vivos no pueden, habrá que revivir a los que partieron y supieron soñar una ciudad.
*Docente Unillanos
2 comentarios:
Estamos en el 2011 y el problema se acrecienta. Pareciera que a las estancias gubernamentales de la ciudad no les importara este tipo de estragos que no permiten caminar o andar en automóvil plácidamente.
Respecto a lo de los potreros de San Isidro y 7 de Agosto, aparte de haber hecho un desalojo brutal, la administración de ese entonces ni las posteriores no se preocuparon en buscarle soluciones a los comerciantes, ni al comercio como tal de la ciudad. Antes Villavicencio era centro de abastecimientos de Oriente, ahora, por la cercanía a la capital, los desordenes en los horarios y precios en Llanabastos, y la falta de un Centro de Abastecimiento realmente público (porque llanabastos es solo un acopio de fraude y corrupción de otras entidades); esta parte de la economía está declinando...
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