miércoles, mayo 18, 2011

Universidad y Reformas


Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Misión de las Universidades y de la Educación Superior
Sería bueno recordar la naturaleza esencial como centros del saber de las universidades desde que se establecieron. Asociación de carácter civil (surgen en el medioevo con el advenimiento de nociones modernas y fundamentales como “ciudad” y “ciudadanía”). Así, ciudad, ciudadanía y universidad, configuran el entramado básico de modernidad sobre el cual se levantan los pilares de las sociedades occidentales modernas. Aunque siempre aspiró a su independencia de manera permanente ha estado circunscrita, rodeada y pretendida por otras esferas del poder como la iglesia, la monarquía y los nuevos estados nacionales que surgieron después de la edad media.

A la intensión filantrópica y desinteresada del saber se le han sobrepuesto el uso instrumental del conocimiento en beneficio de los sectores que la han pretendido y domeñado. La iglesia, para afianzar su pretensión ecuménica de sometimiento del pensamiento y voluntad humana; las monarquías, para establecer su aparto imperial y los Estados nacionales, para hacer prevalecer sus objetivos de gobierno y administración.

Los nuevos estados, le han endilgado la misión de proyección para consolidar procesos de desarrollo y progreso, a favor del beneficio público. Por ello, en los dos últimos siglos, ha tenido un carácter público y han sido consideradas un bien común.

Ahora una nueva esfera de poder privado altamente desarrollada y consolidada en el sector financiero tiene sus ojos en ella. Con idénticos fines de sus pretensores anteriores. Es un proceso que ha venido desarrollándose desde los 70 y que cuarenta años después lo ha logrado de manera excelsa y exitosa.

Daniel C. Levy (2009) sostiene que la “Privatización de la Educación Superior ha capturado enorme atención por el despertar de este tremendo crecimiento en recientes décadas”. El proceso se ha desarrollado tanto, que en algunos países como Japón e Indonesia, el 80 y 90% del total de las instituciones de educación superior son privadas con índices de matrícula estimados en el 70%. En América Latina, Chile y Brasil, ostenta porcentajes semejantes.

Lo cual trae cuestionamientos y readaptaciones de gran trascendencia para los gobiernos que la asumen, el sector privado que la pretende, y los sectores beneficiaros de la educación pública en vías de privatización, como los estudiantes, tanto los que están dentro del sistema como los que están excluidos, que en Colombia alcanza cifras de un 65%. Estimado aún mayor en regiones de escaso desarrollo como la Orinoquia y agudizados por procesos como la deserción.

Las sociedades del conocimiento y el nuevo rol del saber
Alvin Toffler, (1990), había anunciado décadas atrás que el saber iba a estar en el centro de la disputa al convertirse en el insumo clave generador de poder. Ese mismo poder que había radicado en la fuerza y la violencia, y posteriormente en el dinero, se desplazaba ahora a las esferas de conocimiento. Es difícil de acaparar, es de alta calidad, está abierto y es democrático, si se compara con las condiciones de los poderes que lo han antecedido. Supera al poder de la violencia y dinero. Aún, los crea y los refuerza si se tiene. No es un asunto para dejar “por ahí”.

Sin embargo, puede ser restringido, escamoteado, dado en poca proporción y calidad. 110.000 estudiantes se presentan semestralmente a la Universidad Nacional de Colombia con pretensiones de obtener un cupo y sólo lo consiguen 10.000. La deficiencia crónica de recursos, el menguado presupuesto para investigación y formación docente en universidades públicas regionales, la mala dotación de laboratorios e insumos, establecen sendas de baja calidad y disparidad con respecto a universidades públicas desarrolladas.

Así como es síntoma propio de sociedades realmente democráticas los altos índices de lectura, el estatuto de las universidades como bien público, el libre y gratuito acceso a ella en condiciones de calidad constituye los reales pilares de una sociedad democrática.

Ley de iniciativa gubernamental o de Estado
La propuesta de reforma a la educación superior presentada por el actual gobierno más que claridades sobre el sector arroja dudas, vacíos y oscuridades. Parece revelar entre líneas una agenda oculta que al igual que el proyecto de reforma al sector de la salud de 1993, que pretendía un “nuevo y ambicioso camino dirigido a lograr mayor cobertura y calidad”, arrebató para los colombianos el derecho fundamental de la salud e hizo naufragio reciente, mostrando de manera aviesa las pretensiones de la inversión privada en el sistema nacional de salud.

Pone a prueba, desde luego, la filantropía de los sectores privados, que bajo la tutela de nuestra católica formación, hizo de nuestras clases más pudientes, el fin interesado del dinero, la usura y la mezquindad ruin.

No explica de qué manera, entrarán a coadministrar el sector inversionista las instituciones de educación superior, dejándola para posteriores desarrollos de la ley.

Posteriormente, ¿entrarán a formular las políticas de educación superior en el país?

¿Cómo se diseña el logro de la calidad y la equidad?

¿La participación del capital privado en la educación superior constituye la solución a la cobertura con calidad de la educación?

¿En últimas, el Estado Colombiano renuncia a asumir los costos de la educación superior de los colombianos trasladándolos al bolsillo de las nuevas generaciones a través del establecimiento de fondos estatales y privados de financiación?

No define el interés superior que debe orientar las instituciones de educación superior y desoye las directivas de la última Conferencia Mundial sobre Educación Superior auspiciada por Naciones Unidas que pregona por “la función de la enseñanza de tercer ciclo para abordar los desafíos mundiales –de la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y la educación para todos- al tiempo de renovar su compromiso de mejorar el acceso, la calidad y la igualdad entre los sexos”.

Igual, no contempla el terreno desigual. Es una reforma sin tamizado y sin amortiguadores para la diversidad de pisos y grados de desarrollo de las universidades públicas del país.

Las Organizaciones para discutir, negociar
De manera desafortunada Colombia ha tenido y largo y reiterado proceso de fracaso de los movimientos populares para discutir, negociar y resistir. Desde los mismos procesos fundacionales de levantamiento, los sectores civiles han fracasado por carecer de capacidad, formación y cohesión para afrontar las reformas impuestas.

Hemos tenido una izquierda retórica, caníbal, y anarquista, puramente activista que no ha sabido luchar de manera sistemática y sostenida para negociar con oportunidad, inteligencia y ventaja.

Esta crisis que afronta la universidad, que al menos ha servido para despertar los sectores de la educación superior de país, ojalá sirvan para formular una nueva ley, iniciativa del Estado y no del gobierno, para establecer la condiciones optimas para el desarrollo de la educación superior pública en el país.

*Docente Unillanos

Fuentes de Documentación
Levy, Daniel C. Una nueva dinámica: privatización de la Educación Superior, 2009. Conferencia Mundial sobre la Educación Superior.
Toffler, Alvin. El Cambio de Poder. 1990.
http://www.unesco.org/es/wche2009/
http://www.unesco.org/es/the-2009-world-conference-on-higher-education/higher-education-and-global-challenges/

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