viernes, julio 15, 2011

El cambalache nacional (1ª parte)


Cavilaciones a raíz del 20 julio, la celebración de nuestra dependencia y en memoria de los Nule, los Moreno, los Arias, Uribe, los Peñalosa, los Samper, Pastranas, Santos, los falsos positivos, la violencia contra niños, el maltrato animal, et cetera, et cetera.

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Darío Echandía caracterizó -lo que ha sido, lo que es y puede ser este país- al soltar una frase amarga que no pierde vigencia: “Colombia, país de cafres”. Las bases de la nacionalidad están sustentadas en la hipocresía, el rezanderismo, el latrocinio, el oportunismo y la violencia. Colombia es lo que se puede llamar una republiqueta de avispados. Hace parte del talante nacional, forjado entre la virtudes antioqueñas de la “verraquera”, el “echado pa`lante” y el “le doy en la cara marica” que han cundido en el país a raíz de la premisa que todo mal se propaga solo y toda virtud es dificultosa.

Por definición un “vivo” o “avispado” es un majadero que se cree más listo que los demás. Y le añade a su estupidez el pensar que otros no se dan cuenta. Su mayor virtud es sacar ventaja y partido de los que respetan las normas, saltándoselas, escamoteando el orden que otros pagan, con el fin de lograr sus propios fines. Refuerzan, en un círculo vicioso, la “anti norma” en otros que terminan asumiendo el patrón obtuso de conducta. Así, cualquier cosa impoluta y de buenas intenciones que caiga en ese fango, termina contaminada.

Los “avispados” constituyen una fauna amplísima y variada, que puede comenzar en el ámbito familiar. Pues, pocos podrán negar que en su familia haya un tío “avispado,”; el que acapara la mejores presas del piquete, acumula y lleva para la casa, mientras sabe voltearle el culo al trabajo que todos hacen por prender el fogón, traer leña y atizar el fuego. Es decir, es de los últimos llamados al oficio pero de los primeros llegados al almuerzo. Si uno se queda mirándolos expresan a modo de justificación: “¡No se bobo!, ¡hágale o sino esto se pierde!”

En los flujos de tráfico dificultoso, cuando hay un trancón, por ejemplo, y los demás aguardan con estoicismo, suele revelarse el “avispado” lanzándose de improviso por la vía despejada de contraflujo. Ponderan su osadía hasta que encontrándose con otro vehículo en sentido contrario, terminan atascando peor el nudo y se hacen sordos por rebeldía de no dar su brazo a torcer y retroceder públicamente de su error. Y eso que llevan estampillado en el vidrio trasero por ostentación: “Use su inteligencia vial”.

El ambiente natural del “avispado” y el “vivo” en Colombia es la arena política. En política colombiana no se sale adelante con ideas, con principios y valores, sino que se sobrevive con “viveza”; es decir, sabiendo usar a los demás en beneficio de los propios intereses. No hay político colombiano que no se haya hecho elegir con miras a incrementar y favorecer su patrimonio personal. Es más, la política en Colombia es una prolongación de la empresa familiar privada para conquistar y someter los ámbitos de decisión pública a favor de los intereses consolidados de la empresa o el negocio de familia.

Se puede empezar siendo un simple comerciante a comerciante exitoso que empieza a contratar con el Estado hasta percatarse que el resorte de la contratación pública está en la política por lo que se termina ejerciendo este noble oficio de la “cosa pública”.

El trabajo duro, la ganancia ponderada, el respeto al bien ajeno y público, todo lo que antes se veneraba, suele ser considerado por el “avispado” asunto de bobos. Asumen la infinita tolerancia que les debemos tener como idiotez, o falta de malicia, cuando lo que nos ha tocado, es luchar con estoicismo para soportarlos, sufrirlos, porque al final, como dije, pueden ser hasta un primo tarado o un amigo bobo que interpretó mal la flexibilidad de un sistema que estimulaba la confianza, armonía y la cooperación, como grietas para sacar partido personal.

¡Viva el ser nacional y avispado este 20 de julio con una cinta en el pecho que diga: aquí nadie se deja!

*Docente Unillanos

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