Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*
Las revistas, más allá de simples publicaciones, son la cara de la investigación en las Universidades. Es decir, son las que demuestran si efectivamente las instituciones de educación superior le apuntan a la empresa de conocimiento o son simples replicantes del saber. Así pues, las publicaciones, en su objeto, revelan los productos y acreditan su conocimiento ante las comunidades científicas nacionales e internacionales.
Sin embargo, parte del objeto de ellas se ha desvirtuado y tiende a prevalecer en su contenido los artículos de difusión, reseña y proyección sin una conexión estrecha y necesaria con los centros de investigación. Pese a que anualmente se aprueban un número considerable de proyectos de investigación a los cuales se les adjudica recursos financieros y humanos, los resultados de avance y finalización de esos proyectos no se materializan en artículos de investigación. ¡Cosa rara, si se pone uno a pensar!
¿Por qué sucede esto? Varias cosas salen y se decantan.
Primero: manifiestan que los procesos de investigación realmente no han arraigado en la universidad, que la investigación no es un asunto serio, prioritario y cualificado. Un sistema investigativo, con todos su resortes, puede ser estableciendo y funcionar en apariencia, pero sino no se concreta en resultados tangibles y significativos como aportes de saber en artículos científicos es un sistema simulado pues no hay producto final o de salida.
Revelan de igual manera que los procesos de investigación no tienen el nivel ni hacen el aporte significativo a la comunidad científica, por lo cual, ni siquiera se acreditan con pares de la publicación, que sería una instancia mínima y primaria.
Segundo: ponen en evidencia que no ha arraigado en la Universidad una tradición y una cultura lecto escritural propia de la modernidad. De contera, los docentes no encuentran la disponibilidad permanente y abierta para que difundan sus escritos y se prueben en las lides de la publicación. Por lo cual, no se publican revistas. De lo que se deriva que los decentes terminan no escribiendo. Círculo vicioso, cerrado y sellado.
Tercero: Las revistas, están muy lejos de ser entidades autónomas y de constituirse en centros de generación del saber pues su vivencia es ocasional, interrumpida y no ha logrado el reconocimiento entre la misma comunidad académica. La mayoría de ellas, no han sido institucionalizadas. Es decir, no obedecen a un plan de largo aliento, serio y sostenido y con los apoyos necesarios financieros y logísticos para que se desarrollen. Expresan una subvaloración a lo que constituyen, sin vínculo con la investigación. Se juzgan mas como un asunto de comunicadores.
Otras agencias de saber, de las que llaman del “descentramiento” o el saber que circula fuera de las instituciones educativas, nos han enseñado que desde las publicaciones, se puede desarrollar todo un arsenal de investigación y conomiento como lo demuestran revistas como Natgeo y otras. De ellas podríamos aprender.
*Docente Unillanos
Las revistas, más allá de simples publicaciones, son la cara de la investigación en las Universidades. Es decir, son las que demuestran si efectivamente las instituciones de educación superior le apuntan a la empresa de conocimiento o son simples replicantes del saber. Así pues, las publicaciones, en su objeto, revelan los productos y acreditan su conocimiento ante las comunidades científicas nacionales e internacionales.
Sin embargo, parte del objeto de ellas se ha desvirtuado y tiende a prevalecer en su contenido los artículos de difusión, reseña y proyección sin una conexión estrecha y necesaria con los centros de investigación. Pese a que anualmente se aprueban un número considerable de proyectos de investigación a los cuales se les adjudica recursos financieros y humanos, los resultados de avance y finalización de esos proyectos no se materializan en artículos de investigación. ¡Cosa rara, si se pone uno a pensar!
¿Por qué sucede esto? Varias cosas salen y se decantan.
Primero: manifiestan que los procesos de investigación realmente no han arraigado en la universidad, que la investigación no es un asunto serio, prioritario y cualificado. Un sistema investigativo, con todos su resortes, puede ser estableciendo y funcionar en apariencia, pero sino no se concreta en resultados tangibles y significativos como aportes de saber en artículos científicos es un sistema simulado pues no hay producto final o de salida.
Revelan de igual manera que los procesos de investigación no tienen el nivel ni hacen el aporte significativo a la comunidad científica, por lo cual, ni siquiera se acreditan con pares de la publicación, que sería una instancia mínima y primaria.
Segundo: ponen en evidencia que no ha arraigado en la Universidad una tradición y una cultura lecto escritural propia de la modernidad. De contera, los docentes no encuentran la disponibilidad permanente y abierta para que difundan sus escritos y se prueben en las lides de la publicación. Por lo cual, no se publican revistas. De lo que se deriva que los decentes terminan no escribiendo. Círculo vicioso, cerrado y sellado.
Tercero: Las revistas, están muy lejos de ser entidades autónomas y de constituirse en centros de generación del saber pues su vivencia es ocasional, interrumpida y no ha logrado el reconocimiento entre la misma comunidad académica. La mayoría de ellas, no han sido institucionalizadas. Es decir, no obedecen a un plan de largo aliento, serio y sostenido y con los apoyos necesarios financieros y logísticos para que se desarrollen. Expresan una subvaloración a lo que constituyen, sin vínculo con la investigación. Se juzgan mas como un asunto de comunicadores.
Otras agencias de saber, de las que llaman del “descentramiento” o el saber que circula fuera de las instituciones educativas, nos han enseñado que desde las publicaciones, se puede desarrollar todo un arsenal de investigación y conomiento como lo demuestran revistas como Natgeo y otras. De ellas podríamos aprender.
*Docente Unillanos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario