martes, febrero 23, 2010

Academia y Política

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Los eventos sucedidos el pasado 4 de febrero en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá ponen de presente varias cuestiones que vale la pena examinar. En primer lugar, develan la relación antagonista entre la Academia y la Política, en el sentido necesario de que la primera busca la “verdad”, y la segunda, procura el poder como objeto prevalente, aún por encima de la verdad.

Será cierto que la verdad que busca la academia, no es la única y definitiva, pero al menos, en sus métodos y principios, es élla la que la orienta. La política en cambio, encarna metodológicamente la consecución del fin: atenazar el poder, por encima de los medios. Es decir, es una actividad inescrupulosa que suele desatender la voz de la razón y la verdad, lo que en últimas, la pierde, no sin antes causar mucho daño y generar toda una secuela de hechos indeseables. Llámese, abuso de poder, degradación de la institucionalidad y desnaturalización del estado social de derecho.

En estos términos, la academia, viene a ser el peor escenario donde se puede colar algún político. Y los políticos, obviamente, son renuentes a confrontarse en la academia. El último bastión de un régimen democrático, más o menos garantizado, es la autodenominada “autonomía universitaria” y “libertad de cátedra”, que puede obrar como cuña de contención en contra de la expansión de los totalitarismos estatales. Sean de derecha o de izquierda.

Para contrarrestar el argumento contundente de la verdad académica, los políticos ha sabido crear entelequias como la “opinión pública”, “golpes de opinión”, y de manera reciente, los “Estados de opinión”. Que no son otra cosa que “estados de opinión manipulada” en virtud al acceso privilegiado a los medios que tienen los que sujetan el poder que refiere Van Dick.

El despliegue noticioso a las opiniones de un mandatario, la televisión estatal para la transmisión de consejos comunitarios, la adhesión incondicional de poderosos medios escritos y de cadenas radiales, y la baja calidad de la educación, desfiguran cualquier posibilidad de una opinión informada y formada.

Se favorece y procura legitimar así, en sondeos de opinión, las aspiraciones o permanencia en el poder de líderes, que por escamoteo de la verdad, solo anuncian sus virtudes y tapan sus defectos, yerros, mediocridad y desaciertos. Está claro quizás, que será la academia, por ausencia de un Congreso que renovará sus credenciales el próximo 14 de marzo, ejerza las funciones de un control político. Porque entre políticos, ¿cómo se van a contralar o fiscalizar o procurizar o lo que sea ellos mismos?

Siendo además, la opinión pública, un exquisito cadáver al que le dan respiración boca a boca, los josé obdulios y otros del séquito para seguir ahuchando: “Adelante, Presidente”.


*Docente Unillanos

CopyringhEdiciones El Arquero
CESO Centro de Estudios Sociales de la Orinoquia.
Otto Gerardo Salazar Pérez, 2010.
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Somewhere over the rainbow

martes, febrero 02, 2010

La Atlántida y el punto “G”

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*


El punto “G”, que era una ínsula afincada y firme en el océano de la sexualidad femenina, está a punto de desaparecer. La razón: un grupo de científicos británicos, del King`s College de Londres no lo halló y echaron a rodar la duda con el argumento de que, posiblemente, todo se trate de una especulación en el imaginario colectivo relativo a la sexualidad femenina. Es decir, que de lo que nos habló el ginecólogo alemán Ernst Grafemberg, como un conjunto de células específico, es solo un mito como el de la Atlántida que ahora amenaza hundirse y desaparecer para siempre.

La noticia me trajo a la memoria una novela de Editorial Planeta que leí hace años de Federico Andahazi, llamada “El Anatonista”, en la cual recrea el descubrimiento subversivo del mapa humano por parte de Mateo Colón, un personaje de verdad, que en 1500 dio las primeras noticias del clítoris. Mateo Colón, igual, había descubierto la circulación sanguínea pulmonar y al parecer, su gran formación, lo había llevado a ser médico de cabecera de un Papa. Sin embargo, su registro histórico, muy seguramente, asediado por la censura y la moral de la época, fue condenado a un olvido secular.

Andahazi, en relación a este tema, platea de fondo algo más profundo: la percepción sobre la geografía y la representación del cuerpo humano, está mediada por el discurso hegemónico, ampliamente difundido y repetido en una cultura. Así los hechos, los lugares y los pequeños detalles de la anatomía humana, pueden ser vistos o negados por el discurso imperante. Llegando incluso más allá, a grados de horror, como la mutilación, en casos como la ablación en mujeres, que se estila en algunas culturas africanas.

El procedimiento que utilizaron los investigadores ingleses en su investigación, -anunciada como una de las más grandes que hasta el momento se haya llevado a cabo-, incluyo 1.800 mujeres, todas gemelas o mellizas, y consistió en preguntarles si tenían el punto G.

“Si una de las gemelas idénticas respondía que sí, se esperaba que la otra, que tenía genes idénticos, también tuviera la zona erógena. Pero este patrón no se produjo. Y si las gemelas idénticas no tenían en común el punto G, menos lo tendrían las mellizas que solo comparten la mitad de sus genes”. Tim Spector, coautor del estudio, sostiene que “las mujeres pueden argumentar que la dieta o el ejercicio ayuda a tener el punto G, pero en realidad es virtualmente imposible encontrar rastros reales. Este es el mayor estudio realizado hasta el momento, y muestra de manera casi certeza que la idea del punto G se subjetivo”.

Algo me dice que este estudio, venido de los ingleses, que son tan flemáticos, tiene algo de ablación conceptualizada y esconde un cierto conservadurismo que revela un cierto sesgo moral. Primero, porque conscientes de la diversidad de la anatomía humana, niegan, basados en ciertas particularidades, una generalidad ostensible, que pudo ser corroborada, como decía Luz Piedad, de manera más confiable y feliz por específicos medios digitales, y no frente a una pregunta estúpida, como si se tiene o no tiene. Ante las cuales, las mujeres, de manera socarrona, suelen responder con un, “No…”


*Docente Unillanos