jueves, septiembre 26, 2013

La marca HAT


 
 
 
 
 
 
Harold Alvarado Tenorio –quien ha creado la marca HAT, de reconocido prestigio en la industria de las letras de Colombia- a mi modo de entender merecería algo más  que una demanda por difamación y calumnia en los tribunales colombianos por parte de una ministra de cultura. Si fueran inteligentes quienes se dejan provocar de él, deberían otorgarle la Cruz de Boyacá en el más alto nivel. O postularlo al premio Cervantes de Literatura. Incluso un Nobel de Literatura no le quedaría chillando, lo juro.

Contrario a ello, la ministra Mariana Garcés le dio por demandarlo junto a Carlos Palau. Pero todo el mundo sabe que demandar un poeta en Colombia es llevar todas las de perder, porque los terrenos cenagosos en que ellos discurren hacen impráctico su castigo y aún avivan más sus bífidas lenguas, las cuales se cargan del doble de veneno en medio de una escenario resucitado. La pugilística es algo que nos fascina a todos. Con esta querella  la ministra quedó sentada en el banquillo y HAT y Carlos Palau se deslizaron en el delicioso vórtice de los medios para gozar de sus quince minutos de fama como decía Andy Warhol.

Aún más, la ministra debería reconocer que las palabras de Harold la pusieron en primer plano de la notica y en el Valle, no dejarán de crearle un cierto ambiente que hará que todas las miradas se dirijan hacia ella donde llegue.

Igual, lo deseable de este escenario agonístico, es que se reconozcan las virtudes de Harold Alvarado como contrapeso necesario y veeduría ciudadana en solitario para vigilar los recursos que discurren por las tuberías de la cultura en Colombia. ¿Qué de malo hay en ello? Muchos de sus señalamientos son ciertos pero hemos caído tan hondo en la inversión de valores que por efectos de distorsión las voces que da Harold parecen desproporcionadas y de loco. La locura se ha trocado en cordura y a la inversa.

Como un contrasentido, toda esa sordidez es la que le otorga gran voz al poeta, hacedor de Arquitrave, ex profesor de la Universidad Nacional de Colombia y ex lazarillo de Borges. Varios en Colombia celebramos sus palabras de Zeus cuando atruena. Fernando Vallejo, quien ha hecho de la diatriba su profesión, le falta muchísimo de arte, elegancia y ácido humor para acercarse a la maestría que Harold ostenta sin esfuerzo.

Varios personajes en Colombia ruegan caer en las brasas de sus palabras de fuego purificador, como le tocó ahora a la ministra. El único pecado de Harold por el que arderá en fuego eterno es ser uribista. Pero eso corre por cuenta de él.  

 

*Docente Unillanos

miércoles, enero 23, 2013

Educar la vagina y malcriar el pene

Recién circuló en los medios la noticia –fincada en investigaciones de dudosa procedencia, rápida y con cierta intención comercial- que declaraba la revolución de la vagina. Proclamada por la estadounidense Naomi Wolf –no se sabe si es el nombre propio o de farándula- y muy asociada a la explosión de consumismo y al exacerbamiento de compra de accesorios, toallitas, tampones, protectores diarios,  jabones, champús, perfumes, cirugías reconstructivas y estéticas, tratamiento capilares, depilación parcial y total, etc., de la vagina contemporánea.

Publicada en el portal académico –así dice la noticia- e-International Relations, Wolf confesó  su preocupación por “algunos intereses culturales y políticos” –no especifica cuáles- relacionados con la sumisión de la mujer y su sexualidad. Como por ejemplo, vender libros light sobre el tema.

Ahora lo que se recomienda son escuelas de vagina. Considerados pero sin mencionar gastos de matrícula, mensualidad y materiales para vaginas no educadas o analfabetas. Son terapias físicas y mentales a las que se puede acceder sola o en pareja. Y prometen enseñar a disfrutar una intimidad sana, madura y “divertida”. Sigue en la noticia el pronunciamiento de una escuela de entrenamiento para parejas en Colombia que seguramente pagó los costes de franquicia que explica someramente las terapias.

Conclusión: a tradicionales sumisiones se suma ahora el de un consumismo estimulado por la publicidad y los medios que han convertido un lugar de intimidad, maternidad y goce de la humanidad, la vagina, en target comercial. Recomienda al final la adquisición de “ayudas extra” tales como masajeadores íntimos y vibradores de última tecnología. Vienen en diseños lindos y muy femeninos, anuncian.

Hace un tiempo corrió otra noticia que tenía que ver con el punto pero desde la orilla opuesta. El pronunciamiento de un grupo de científicos británicos, del King´s College de Londres. Sostenían, en pocas palabras, que el punto “G” no existía, negando estudios previos del ginecólogo alemán Ernst Grafemberg, quien lo definió como un conjunto de células específico, y no solo como un mito.

Cuando leí la noticia, me trajo a la memoria una novela de Editorial Planeta  del escritor argentino Federico Andahazi, llamada “El Anatonista”, en la cual recrea el descubrimiento subversivo del mapa humano por parte de Mateo Colón, un personaje de verdad, que en 1500 dio las primeras noticias del clítoris. Mateo Colón, igual, había descubierto la circulación sanguínea pulmonar y al parecer, su gran formación, lo había llevado a ser médico de cabecera de un Papa. Sin embargo, su registro histórico, muy seguramente, asediado por la censura y la moral de la época, fue condenado a un olvido secular.

Andahazi, en relación a este tema, platea de fondo algo más profundo que vuelvo a traer a colación: la percepción sobre la geografía y la representación del cuerpo humano –especialmente el de la mujer-, está mediada por el discurso hegemónico, ampliamente difundido y repetido en una cultura. Así los hechos, los lugares y los pequeños detalles de la anatomía humana, pueden ser vistos o negados por el discurso imperante. Llegando incluso más allá, a grados de horror, como la mutilación, en casos como la ablación en mujeres, que se estila en algunas culturas africanas.

En Colombia es el asunto en cambio está manga por hombro, pues lo que prevalece es un pene bárbaro, reincidente en violaciones y abusos. Según un estudio publicado: “Situación de los derechos de las mujeres en Colombia 2011”. Llevado a cabo por la Corporación Humanas, “el impacto del conflicto armado exacerba la violencia contra las mujeres”, recrea nuevas formas de violencia y discriminación en contra grupos étnicos minoritarios como indígenas y afro.

El conflicto armado, consigna, somete a las mujeres indígenas a prostitución forzada y violencia sexual”. No existe una política pública con enfoque diferencial de género para atender a la población desplazada, como tampoco una política para prevenir, investigar y sancionar la violencia sexual en contra de las mujeres en el marco del conflicto armado.

Por el lado urbano, las cosas tampoco van mejor. Describe el estudio, a partir de lo que reporta el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que “durante el 2009 se realizaron 21.288 informes periciales sexológicos, en los cuales las mujeres son las más afectadas con el 84.25% de los registros y el principal presunto agresor es algún miembro del círculo cercano a la persona valorada (principalmente y en su orden, padrastros, padre, pareja, tíos y primos).

Concluye el estudio: “la violencia sexual continúa siendo un fenómeno persistente que no muestra variaciones significativas en los últimos años”.
¿Cuál es entonces el discurso imperante en Colombia en relación al cuerpo de la mujer? ¿Cómo se propala su representación o imaginario, para ser el centro de violencia y abuso? ¿El difuminado por la iglesia? ¿O el de quienes desean restringir una educación sexual en las instituciones educativas porque le achacan culpa en los embarazos adolescentes sin consideración de la asociación a la pobreza, la falta de educación y oportunidades sociales? ¿El que nos venden las revistas light? ¿El que propalan los medios de comunicación que desean estimular una compra y venta de productos y accesorios relacionados? ¿Quiénes los deben redefinir, modificar y promover entre la población? ¿Qué función cumple la escuela y el discurso académico con respecto a ello? ¿Se deben exigir y reforzar?