jueves, noviembre 27, 2008

¿Confusión estudiantil, nuevo rey desnudo?

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Dice Humberto Maturana, en su libro: “Emociones y Lenguaje en Educación y Política”, que la democracia se construye hablando de democracia, de manera amplia, reiterada, y “ven-ti-la-da”. Y lo dice a partir de la experiencia en Chile, que ha sabido superar con lucha y sacrificio una dictadura oscura como la de Pinochet. Un proceso legislativo en que se embarcó el país, de amplia discusión sobre representatividad, partidos y garantías, fue llevando al régimen a un nivel de debilidad, que hizo imparable el proceso democrático. Y lo hizo hablando, “lenguajeando”, como él dice.

Así que los procesos de diálogo y concertación sin la transparencia, amplitud y participación de todos los estamentos frente a una situación de crisis de la Unillanos me parece deplorable y no conducentes a salvar la cuestión. “Al parecer”-como se estila decir en esta U-, según “indicios”, quisieron blindarse de la intromisión de sectores interesados de la universidad: sindicatos, agremiaciones de profesores, etc, para que no les arrebataran el “triunfo” de sus reivindicaciones. (Léase: práctica pérdida del semestre, amplio sentimiento de desconfianza mutua entre los diversos estamentos de la universidad, peticiones del pliego no sustentadas que ha venido derrumbándose, dependencia cognitiva y conceptual de sectores no estudiantiles, perdida de legitimidad del movimiento estudiantil, etc.)

¡Habrase visto! –como decían las abuelas- ¡Semejante esperpento de ejercicio democrático!

Quiero aclarar, para ver si me bajan de intensidad el mote de “maestro reaccionario”, -generalizaciones que los muchachos odian para ellos, pero se las grafittean a los demás- que no niego el legítimo ejercicio de la protesta estudiantil. Incluso, creo que tienen razón en varios aspectos y hasta los apoyaría, si sus acciones no produjeran en un efecto bumerán que golpea a la misma universidad y estudiantado, dejando mortalmente herida a la academia.

Es más, creo que la situación de crisis actual es responsabilidad del Consejo Superior Universitario, CSU, como órgano superior de dirección de la universidad. Precisamente ahí hay representación estudiantil, por lo cual, la situación de paro socava la misma representación de su vocero. Es evidente, como afirma el profesor Víctor Manuel Gómez, “la enorme importancia del tipo y calidad de gobierno institucional sobre la capacidad de modernización e innovación académica en respuesta a nuevas y múltiples demandas del conocimiento, de la sociedad y del Estado”.

La comunidad universitaria, sabe poco de su gestión y sería deseable “que las sesiones del CSU sean abiertas a la comunidad universitaria, las Actas disponibles oportunamente y que, como es común en Congresos y Parlamentos, se apliquen procedimientos de seguimiento y evaluación del desempeño de cada miembro del CSU: propuestas, iniciativas, trayectoria y perfil de su votación”. Como diría el Gurugús: falta “accountability”. En últimas, lo que vive actualmente la universidad es una crisis de gobernabilidad –cíclica, en víspera electoral de rector-, presumiblemente promovida desde afuera para hacer de la universidad presa fácil. Asunto previsible, como las inundaciones, pero sin construcción de diques y desagües a tiempo.

Sin embargo, como lo que esta en juego en primer plano es el accionar de los estudiantes, no está demás recordar que “las buenas causas, a priori y porque sí son un peligro”. Las verdades reveladas, sin capacidad para relativizar, pueden tener otras razones, cuando lo que debería prevalecer, la discusión argumentada, no es lo que predomina. Las buenas causas las llevo adelante la inquisición, la teorías económicas del neoliberalismo, y los dogmatismos de izquierda estalinista. Las buenas causas a priori suelen ser abrazadas desde la debilidad conceptual, la flaqueza moral y la incompetencia de carácter frente a liderazgos inescrupulosos.

De alguna forma hay un cierto atropello en lo que se ha constituido como la legitimación de un sector minoritario del estudiantado y de una participación no-cualificada impuesta por la fuerza para determinar elementos de orden académico y de gobierno. Y cuando el liderazgo estudiantil es remplazado por el activismo estudiantil.

En otras universidades del mundo incluso se ha cuestionado la representación estudiantil en los órganos directivos de la universidad. “En el contexto internacional, en muchas universidades se considera que el carácter temporal y pasajero del cuerpo estudiantil no le otorga legitimidad ni cualificación para tomar decisiones de política universitaria, muchas de las cuales requieren un horizonte temporal de mediano y largo plazo”[1].

“Como alternativa, -sostiene el profesor Gómez Campo- se estimulan diversas formas tanto de participación propositiva como de autogestión del estudiantado, en diversos asuntos académicos, de bienestar, programación cultural y recreativa, etc., las que se consideran altamente formativas de la capacidad analítica, evaluativa y proactiva, y que conducen a una mayor participación –y más cualificada- que la tradicional ‘delegación’ pasiva de responsabilidades en ‘representantes’ lejanos”.

*Docente Unillanos


[1] GOMEZ CAMPO, Víctor Manuel. “Lo académico y lo político en las universidades públicas”. Profesor Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia.

jueves, noviembre 13, 2008

¿Qué hay detrás del paro de Unillanos?

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Paradójicamente, lo que le debía venir para bien a la Universidad se le convirtió en su peor infortunio: Hace pocos meses, las mismas directivas nos notificaron la nueva buena de la aprobación de la Estampilla para Unillanos: $100 mil millones en recursos para la Universidad. ¡Oh, Gloria inmarcesible! ¡Arrebato de trompetas! Pero… y aquí viene el “pero”, con un pequeño detalle: la Asamblea del Meta, normalizaría lo de la estampilla en una Ordenanza…

Para cualquiera que conozca por encima el mundillo político que se mueve alrededor de un proyecto de acuerdo en un Concejo Municipal, de una ordenanza en una Asamblea o una ley en el Congreso, ha de saber que en torno a ellos se cruzan y disparan muchos intereses y se hacen previamente acuerdos. Ya se supondrá de qué clase, ¿no? Y como quien dispone la plata tiene la tentación de manejarla, pues, ahí empezó el dolor de cabeza.

La U paso de ser así, de buenas a primeras, no solo una nena pretendida por la clase política regional sino que, con 100 mil millones para que le entren en los próximos años, se convirtió en una hembra deseable, de esas que vuelven loco al hombre más sensato, le hacen perder los estribos, dejar el hogar y cambiar la mujer de siempre. Algo así como el “demonio del medio” día, como dice Alfredo, que se le entra a uno después de los cuarenta y lo pone “a robarse una mujer de otro, entre matracas, y entre los tiros de la policía”, como decía el maestro Carranza.

Primer Acto: El dicterio en lugar del discurso.
Comenzó así una manifestación entre sectores estudiantiles, de buena a primeras, -con algunos elementos de razón, esa parte no se niega-, de manera coincidencial y coyuntural justo “ad portas” de la elección de nuevo rector. Los elementos de razón y que justifican lo protesta aunque estuvieron siempre ahí no habían brotado… ¡Ah, qué rara y oportuna coincidencia!

El tono de la protesta, que rasgo el sopor de la tarde, el día del maestro, lo puso el ataque personal e insultante, alejado de carácter crítico y reflexivo que debe blindar el debate al interior de la Universidad como garantía de una comunidad de la libre expresión y el examen de todos los puntos de vista que caracterizan la discusión científica y académica. Un dogmatismo a ultranza, cerrado y violento parecía pregonar el discurso de unos estudiantes que iniciaron las protestas. Justo como acaeció hace tres años, o sea que es una pedagogía aprendida y practicada.

Segundo Acto: Las contradicciones de un pliego de exigencias.
Por citar solo dos: En el pliego del 24 de octubre, en el apartado referido a las matriculas (4), los autores del pliego, sometido a discusión de la asamblea de estudiantes, invocan los principios de igualdad y equidad ante la ley, en este caso, en relación a la liquidación de matrículas: “Consideramos que no tiene sintonia con el principio de Equidad que unas matriculas se liquiden con el 0.8 y otras con el 1.4 srnmlv. Por lo tanto exigimos la igualdad en el cobro de matriculas y que todas se liquiden con el 0.8 smmlv.”

Sin embargo, pese a la cacareada de igualdad, -citan incluso un artículo de la Constitución: artículo 13 “Todas las personas nacen libre e iguales ante la ley"-, suscriben lo siguiente, haciendo diferencia entre docentes de planta y ocasionales: “Que se determine que la calidad de docente de planta conserve sus características especiales, de manera que en ningún caso los docentes ocasionales puedan ser revestidos de estas; principalmente que solo los docentes de planta puedan generar proyectos de investigación.”

Un sentido de decoro, al parecer les llevó a modificar esta exigencia en el último pliego.

Pero la joya de la corona, viene a continuación: “Que no se abran más programas tecnológicos. Que se suspenda la apertura de nuevos programas incluido Biología hasta que se solucionen las problemáticas expuestas”. ¡Aja! ¡Muy solidario el asunto con los estudiantes de la región que se hallan por fuera del sistema! Sin duda, esta petición, también “impide el acceso al conocimiento”, sean cuales sean los pretextos que se esgriman.

Razón tiene M. Foucault al describir que el sistema educativo “funciona según todo un juego de represión y de exclusión: exclusión de aquellos que no tienen derecho a saber, o que no tienen derecho a saber más que a un determinado tipo de saber”.

En estas condiciones, muchos programas, la mayoría de ellos que actualmente existen, nunca habrían tenido apertura. Quieren negar un derecho fundamental, como es la educación a otros estudiantes que por no hallar opciones en universidades públicas o privadas, o en la oferta limitada de programas en la región, están excluidos del sistema educativo. Los gobiernos y los estudiosos saben de la correlación entre cubrimiento y calidad, y saben de la oscilación de los periodos, en que uno de ellos se acentúa.

En el último pliego, discretamente dejaron de nombrar “Biología”, pero sostienen la no apertura de nuevos programas.

Tercer acto: con la varita de la evaluación en la mano.
Reclaman los estudiantes un 60% de porcentaje de evaluación sobre los docentes. “Que se elimine el porcentaje de autoevaluación de la evaluación docente y sea transferido al porcentaje estudiantil”. Vamos por partes, como dijo Jack: ¿Lo que se supone es que el estudiante, sin competencia disciplinar ni pedagógica tenga el margen decisorio y calificador sobre el ejercicio docente? ¿Evaluará el estudiante el desempeño investigativo y la acción de proyección del docente o se limitará al trabajo de aula? ¿Cómo se garantizaría que elementos de orden personal o emocional se mezclen en la expresión evaluativa del estudiante cuando es “rajado” por un docente? ¿Cuándo el docente exprese puntos de vista divergentes frente -un paro, sea el caso-, o a la ideología del estudiante, por distanciamiento generacional, de clase, raza y credo, etc, será contra-rajado? ¿En el caso de ser rajado el docente, tendrá un segundo calificador? ¿Cuáles estudiantes tendría calificación para evaluar: los que aprueban con buen promedio, los que pierden o los que pasan raspando?

La literatura sobre evaluación es amplia y compleja. La evaluación, desde el punto de vista del estudiante, del docente, y el padre de familia es problemática. No se si exista en Unillanos un grupo de investigación reconocido y acreditado ante Colciencias dedicado al tema que nos pueda asesorar. Ojalá aparezca. Alguien con una especialización o maestría en el tema.

Cuarto acto: animadversión contra el cuerpo docente y agresión a compañeros.
No había visto en otra situación de paro tanto ataque reiterado a docentes. Si en otras ocasiones el blanco era la gestión administrativa, esta vez, -si los graffitis expresan lo cierto-, estos muchachos son producto de la mediocridad y los maestros “reaccionarios”. Los estudiantes que expresaron una opinión diferente frente al paro, son “mediocres, sapos, vendidos”, hasta sufrir agresiones e insultos; mientras los que están sumados al paro, son heroicos, vitales, inspirados y dueños de la verdad.

Valdrían unas palabras del maestro Darío Botero Uribe: “La democracia, más que el gobierno de la mayoría, es el reconocimiento de la diferencia”. Si el argumento es el dicterio, la descalificación al contradictor, la violencia verbal, estarán condenados al fracaso.

Lo que sería necesario:
1. El movimiento estudiantil, debe tener una representación y una base más amplia, claramente estructurada, que recoja la opinión de todos los sectores dentro del estudiantado.
2. Es necesario un dirigencia estudiantil formada en las complejidades de la Universidad, que no aparezca y se movilice de manera oportunista y coyuntural para que haga una trabajo permanente, inteligente, propositivo y deliberante sobre la defensa y salvaguarda de la educación pública en la región
3. Las directivas del Universidad, debe aportar los recursos y surtir de elementos de formación para que el estudiantado no sea presa del asesoramiento oportunista y con terceras intenciones. Una especie “Cátedra Universitaria”
4. Las directivas de la Universidad, deben asesorar y financiar proyectos comunicativos estudiantiles, tales como periódicos y revistas que sean el cauce natural de deliberación y debate académico.
5. El centro de la discusión debe ser académico. Las quejas de orden administrativo y fiscal, deben tener resolución ante los organismos de control y vigilancia del Estado, ante los cuales, cualquier ciudadano (estudiantes), puede y tiene el deber de establecer las denuncias respectivas.Si de lo malo se debe salvar lo bueno, esta es una oportunidad para remplazar una pedagogía y ejercicio ciudadano de la injuria por el de la discusión argumentada. “El lenguaje es el mundo lúcido, inteligente, reflexivo, constructivo. El lenguaje es la alternativa de la violencia”.
*Docente Unillanos