Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*
Dice Humberto Maturana, en su libro: “Emociones y Lenguaje en Educación y Política”, que la democracia se construye hablando de democracia, de manera amplia, reiterada, y “ven-ti-la-da”. Y lo dice a partir de la experiencia en Chile, que ha sabido superar con lucha y sacrificio una dictadura oscura como la de Pinochet. Un proceso legislativo en que se embarcó el país, de amplia discusión sobre representatividad, partidos y garantías, fue llevando al régimen a un nivel de debilidad, que hizo imparable el proceso democrático. Y lo hizo hablando, “lenguajeando”, como él dice.
Así que los procesos de diálogo y concertación sin la transparencia, amplitud y participación de todos los estamentos frente a una situación de crisis de la Unillanos me parece deplorable y no conducentes a salvar la cuestión. “Al parecer”-como se estila decir en esta U-, según “indicios”, quisieron blindarse de la intromisión de sectores interesados de la universidad: sindicatos, agremiaciones de profesores, etc, para que no les arrebataran el “triunfo” de sus reivindicaciones. (Léase: práctica pérdida del semestre, amplio sentimiento de desconfianza mutua entre los diversos estamentos de la universidad, peticiones del pliego no sustentadas que ha venido derrumbándose, dependencia cognitiva y conceptual de sectores no estudiantiles, perdida de legitimidad del movimiento estudiantil, etc.)
¡Habrase visto! –como decían las abuelas- ¡Semejante esperpento de ejercicio democrático!
Quiero aclarar, para ver si me bajan de intensidad el mote de “maestro reaccionario”, -generalizaciones que los muchachos odian para ellos, pero se las grafittean a los demás- que no niego el legítimo ejercicio de la protesta estudiantil. Incluso, creo que tienen razón en varios aspectos y hasta los apoyaría, si sus acciones no produjeran en un efecto bumerán que golpea a la misma universidad y estudiantado, dejando mortalmente herida a la academia.
Es más, creo que la situación de crisis actual es responsabilidad del Consejo Superior Universitario, CSU, como órgano superior de dirección de la universidad. Precisamente ahí hay representación estudiantil, por lo cual, la situación de paro socava la misma representación de su vocero. Es evidente, como afirma el profesor Víctor Manuel Gómez, “la enorme importancia del tipo y calidad de gobierno institucional sobre la capacidad de modernización e innovación académica en respuesta a nuevas y múltiples demandas del conocimiento, de la sociedad y del Estado”.
La comunidad universitaria, sabe poco de su gestión y sería deseable “que las sesiones del CSU sean abiertas a la comunidad universitaria, las Actas disponibles oportunamente y que, como es común en Congresos y Parlamentos, se apliquen procedimientos de seguimiento y evaluación del desempeño de cada miembro del CSU: propuestas, iniciativas, trayectoria y perfil de su votación”. Como diría el Gurugús: falta “accountability”. En últimas, lo que vive actualmente la universidad es una crisis de gobernabilidad –cíclica, en víspera electoral de rector-, presumiblemente promovida desde afuera para hacer de la universidad presa fácil. Asunto previsible, como las inundaciones, pero sin construcción de diques y desagües a tiempo.
Sin embargo, como lo que esta en juego en primer plano es el accionar de los estudiantes, no está demás recordar que “las buenas causas, a priori y porque sí son un peligro”. Las verdades reveladas, sin capacidad para relativizar, pueden tener otras razones, cuando lo que debería prevalecer, la discusión argumentada, no es lo que predomina. Las buenas causas las llevo adelante la inquisición, la teorías económicas del neoliberalismo, y los dogmatismos de izquierda estalinista. Las buenas causas a priori suelen ser abrazadas desde la debilidad conceptual, la flaqueza moral y la incompetencia de carácter frente a liderazgos inescrupulosos.
De alguna forma hay un cierto atropello en lo que se ha constituido como la legitimación de un sector minoritario del estudiantado y de una participación no-cualificada impuesta por la fuerza para determinar elementos de orden académico y de gobierno. Y cuando el liderazgo estudiantil es remplazado por el activismo estudiantil.
En otras universidades del mundo incluso se ha cuestionado la representación estudiantil en los órganos directivos de la universidad. “En el contexto internacional, en muchas universidades se considera que el carácter temporal y pasajero del cuerpo estudiantil no le otorga legitimidad ni cualificación para tomar decisiones de política universitaria, muchas de las cuales requieren un horizonte temporal de mediano y largo plazo”[1].
“Como alternativa, -sostiene el profesor Gómez Campo- se estimulan diversas formas tanto de participación propositiva como de autogestión del estudiantado, en diversos asuntos académicos, de bienestar, programación cultural y recreativa, etc., las que se consideran altamente formativas de la capacidad analítica, evaluativa y proactiva, y que conducen a una mayor participación –y más cualificada- que la tradicional ‘delegación’ pasiva de responsabilidades en ‘representantes’ lejanos”.
*Docente Unillanos
[1] GOMEZ CAMPO, Víctor Manuel. “Lo académico y lo político en las universidades públicas”. Profesor Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia.
Dice Humberto Maturana, en su libro: “Emociones y Lenguaje en Educación y Política”, que la democracia se construye hablando de democracia, de manera amplia, reiterada, y “ven-ti-la-da”. Y lo dice a partir de la experiencia en Chile, que ha sabido superar con lucha y sacrificio una dictadura oscura como la de Pinochet. Un proceso legislativo en que se embarcó el país, de amplia discusión sobre representatividad, partidos y garantías, fue llevando al régimen a un nivel de debilidad, que hizo imparable el proceso democrático. Y lo hizo hablando, “lenguajeando”, como él dice.
Así que los procesos de diálogo y concertación sin la transparencia, amplitud y participación de todos los estamentos frente a una situación de crisis de la Unillanos me parece deplorable y no conducentes a salvar la cuestión. “Al parecer”-como se estila decir en esta U-, según “indicios”, quisieron blindarse de la intromisión de sectores interesados de la universidad: sindicatos, agremiaciones de profesores, etc, para que no les arrebataran el “triunfo” de sus reivindicaciones. (Léase: práctica pérdida del semestre, amplio sentimiento de desconfianza mutua entre los diversos estamentos de la universidad, peticiones del pliego no sustentadas que ha venido derrumbándose, dependencia cognitiva y conceptual de sectores no estudiantiles, perdida de legitimidad del movimiento estudiantil, etc.)
¡Habrase visto! –como decían las abuelas- ¡Semejante esperpento de ejercicio democrático!
Quiero aclarar, para ver si me bajan de intensidad el mote de “maestro reaccionario”, -generalizaciones que los muchachos odian para ellos, pero se las grafittean a los demás- que no niego el legítimo ejercicio de la protesta estudiantil. Incluso, creo que tienen razón en varios aspectos y hasta los apoyaría, si sus acciones no produjeran en un efecto bumerán que golpea a la misma universidad y estudiantado, dejando mortalmente herida a la academia.
Es más, creo que la situación de crisis actual es responsabilidad del Consejo Superior Universitario, CSU, como órgano superior de dirección de la universidad. Precisamente ahí hay representación estudiantil, por lo cual, la situación de paro socava la misma representación de su vocero. Es evidente, como afirma el profesor Víctor Manuel Gómez, “la enorme importancia del tipo y calidad de gobierno institucional sobre la capacidad de modernización e innovación académica en respuesta a nuevas y múltiples demandas del conocimiento, de la sociedad y del Estado”.
La comunidad universitaria, sabe poco de su gestión y sería deseable “que las sesiones del CSU sean abiertas a la comunidad universitaria, las Actas disponibles oportunamente y que, como es común en Congresos y Parlamentos, se apliquen procedimientos de seguimiento y evaluación del desempeño de cada miembro del CSU: propuestas, iniciativas, trayectoria y perfil de su votación”. Como diría el Gurugús: falta “accountability”. En últimas, lo que vive actualmente la universidad es una crisis de gobernabilidad –cíclica, en víspera electoral de rector-, presumiblemente promovida desde afuera para hacer de la universidad presa fácil. Asunto previsible, como las inundaciones, pero sin construcción de diques y desagües a tiempo.
Sin embargo, como lo que esta en juego en primer plano es el accionar de los estudiantes, no está demás recordar que “las buenas causas, a priori y porque sí son un peligro”. Las verdades reveladas, sin capacidad para relativizar, pueden tener otras razones, cuando lo que debería prevalecer, la discusión argumentada, no es lo que predomina. Las buenas causas las llevo adelante la inquisición, la teorías económicas del neoliberalismo, y los dogmatismos de izquierda estalinista. Las buenas causas a priori suelen ser abrazadas desde la debilidad conceptual, la flaqueza moral y la incompetencia de carácter frente a liderazgos inescrupulosos.
De alguna forma hay un cierto atropello en lo que se ha constituido como la legitimación de un sector minoritario del estudiantado y de una participación no-cualificada impuesta por la fuerza para determinar elementos de orden académico y de gobierno. Y cuando el liderazgo estudiantil es remplazado por el activismo estudiantil.
En otras universidades del mundo incluso se ha cuestionado la representación estudiantil en los órganos directivos de la universidad. “En el contexto internacional, en muchas universidades se considera que el carácter temporal y pasajero del cuerpo estudiantil no le otorga legitimidad ni cualificación para tomar decisiones de política universitaria, muchas de las cuales requieren un horizonte temporal de mediano y largo plazo”[1].
“Como alternativa, -sostiene el profesor Gómez Campo- se estimulan diversas formas tanto de participación propositiva como de autogestión del estudiantado, en diversos asuntos académicos, de bienestar, programación cultural y recreativa, etc., las que se consideran altamente formativas de la capacidad analítica, evaluativa y proactiva, y que conducen a una mayor participación –y más cualificada- que la tradicional ‘delegación’ pasiva de responsabilidades en ‘representantes’ lejanos”.
*Docente Unillanos
[1] GOMEZ CAMPO, Víctor Manuel. “Lo académico y lo político en las universidades públicas”. Profesor Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia.
1 comentario:
Apreciado profesor Otto, me parece que el ejercicio que has practicado con tu Parresia, me obliga a ser un Parresiante... decir lo que a veces no quieren escuchar los enconados defensores de los pobres o del establecimiento, o de la moral y las buenas costumbres, de por si, es un tremendo avance en una sociedad en donde la voz de las asambleas ha sido usurpada por los representantes.
En ese sentido, he deplorado la actitud de los estudiantes de no insistir en un claustro triestamentario para discutir a fondo, no solo lo requería el "pliego" como unico norte, temas de coyuntura o de justa reinvindicación dada la injusticia social imperante, sino todos los temas que pudieran contribuir a que la universidad se interprete, pues si la universidad no se construye como organización social no puede esperar mucho de ella la sociedad. He deplorado sobremanera la actitud de los profesores, principalmente de los "representantes" que han vetado temas, realizando un "idex" de asuntos indeseables a tratar o a discutir porque pueden lesionar "derechos" adquiridos al parecer, a ese juego de tratar solo lo urgente, caracterizado por los intereses de un grupo de micropoder hemos jugado, y como pirañas cada uno le va dando un mordisco a la vaca universitaria mientras chapalea en el rio revuelto que el gobierno ha enturbiado... y no hemos sido capaces de ver más allá de las coyunturas...
La construcción de una Universidad pública vigorosa pasa por retomar la palabra desde cada ser humano en cada estamento, por respetar esas voces, por hacer el esfuerzo de escucharnos, pero por sobre todo, el deber es argumentar y pensar. Hsta lograr con buenos argumentos, al menos saber en que hay acuerdos y cuales son los desacuerdos; qué es lo que no se comparte, cúales son los problemas que separan a los interlocutores, pero en la trayectoria se pude cambiar de rumbo, lo que no se puede es dejar de navegar, es decir construir capacidad para pensar, para reflexionar, generar comunidad académica.
Discutir sobre el gobierno universitarios, sobre las formas de ejercicio del poder desde cada estamento, de como se construye estamentariamente la universidad sin exclusiones, sin sacar de la mesa a los que puedan tener puntos de vista diferentes a los que esperamos, es muy importante.
Quisiera comentarle, por ultimo, que a raíz de la publicación del reciente número del Boletín Apullense, les solicite, con insistencia a los estudiantes que escribieran sus puntos de vista, que los defendieran por escrito que este medio les ofrecía un espacio para ir proponiendo ese dialogo interestamentario... aún espero sus contribuciones, pues creo que debemos ofrecer tales espacios para que aprendamos a argumentar, a defender pacíficamente nuestas ideas, a construir espacios para borrar el odio y el resentimiento, para moderar nuestras ideologízaciones recalcitrantes, generando una verdadera pedagogía del portento, como hace ya casi 12 años lo propuesiera José Muñoz, ese loquito pensador que quisó contribuir en una de las tantas reformas académicas que Unillanos ha abortado, y cuyos textos aún vigentes no hemos tomado en serio, es decir, leido con atención para refutarlos o mejorarlos, o aceptarlos si es del caso...
Agradezco la oportunidad y la invitación de su escrito para practicar sin dobleces lo que debe ser el pan de cada día de la universidad: el debate y la polémica que pueda ser la sal de la inteligencia como bien lo subrayara Rafael Gutierrez Girardot, otro criollo que hemos desdeñado...
Y como profesor creo que no tengo ningún tema vedado para discutir con los estudiantes y los trabajadores o con el gobierno y aún con la administración por mediocre ella sea; mi actitud es hacia la discusión académica a pesar de las limitaciones que pueda tener en conocimientos y capacidad argumentativa, pero estoy dispuesto a escuchar y a aprender, a participar con las carencias propias de mi condición humana.
--
Pedro René Eslava M
MV., M Sc.
Profesor Asociado
Universidad de los Llanos
Instituto de Acuicultura
Villavicencio META.
Publicar un comentario