martes, abril 14, 2009

¡Hable mal, pásela bien!

Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Dedicado a: Harold Alvarado Tenorio

Hace poco vi en televisión la resurrección de don Arturo Abella, un dinosaurio conservador del jurásico o cuaternario. Para los que no lo vieron porque no habían nacido o eran ya demasiado maduros para recordarlo ahora, don Arturo era un cachaco con noticiero de televisión propio, ¡ala! Era un pregonero en sus maneras de la urbanidad de Carreño, la moral del padre Astete y el ejercicio purísimo del lenguaje. Solía corregir al aire a sus presentadoras o presentadores por las incorrecciones idiomáticas en las que pudieran incurrir por descuido, moda o mal hábito.

Para uno, y para muchos, eso era como la sentencia de un oráculo o la equivalencia a una directriz de la academia de la lengua española.

Pues resulta que ahora aparece dizque un filólogo o gramático en un noticiero de televisión de nuestros días -si es que eso existe todavía, pues tengo la impresión que era fauna de 1886, ¡Por allá!, cuando se expidió la Constitución goda de Núñez; (otro que se creyó el cuento de reformador y sumió al país en cien años de oscurantismo). No sé cómo se llama la reencarnación de don Arturo Abella, ni me interesa, pero para mí, es una pésima proyección de las personas que se dedican a estudiar el lenguaje.

La visión normativa del lenguaje es la peor visión que se puede proyectar de la lingüística en el mundo moderno o postmoderno. Es una perspectiva arcaica, odiosamente culta y ostentosa del saber vacuo del gramático. Si bien el idioma vive y palpita en el campo, el arrabal, la comuna o las favelas, toma cuerpo, curvas y estilo en las manos de los escritores jóvenes e irreverentes. Pero si llega a manos de gramáticos, la lengua muere y es momificada. Peor aún, esos mismos señores, amantes de uso del lenguaje correcto y el purismo, salen a vendernos trozos de cadáveres que son las expresiones correctas del buen hablar.

¡No señor, uno debe hablar como le da la gana o cómo le plazca! En España, sede de la pomposa Real Academia de la Lengua, es donde peor se habla. ¡Joder!

Los criterios de corrección al hablar son como grilletes en el cerebro que inhiben la expresividad y creatividad del ser humano. La gramática fue propia de los periodos históricos donde casi todo saber tenía el propósito de esclavizar al hombre, en disciplinas establecidas en la academia como la teología, la lógica y la preceptiva. Por eso no es raro que mucho cura fuera gramático o los gramáticos fueran curas. A veces era peor y se dedicaban a la política, pero esa perversidad solo sucedió en Colombia. Muchos niños y jóvenes nuestros, se cohíben al hablar o al escribir porque los bloque el terror de incurrir en incorrecciones.

Afortunadamente, corren aires frescos y perspectivas interdisciplinarias que abordan el estudio del lenguaje. Como Van Dijck, el lingüista holandés que estudia el lenguaje en relación con el abuso del poder; O Humberto Maturana, que relaciona la afectividad y la emoción con el lenguaje. O Llinás, el neurólogo colombiano, que analiza el lenguaje desde la perspectiva de la neurociencia. Esa sí son las perspectivas del lenguaje para liberar y ligar a los muchachos.

El próximo 23 de abril se celebrará el día del Idioma, que bien podría (del verbo “podrir”, como dice Bibiana) ser el día de la lengua, o mejor, del lenguaje. Porque no se trata de celebrar de manera chauvinista un castellano que ya empezamos a hablar muy diferente en América, lo cual deberemos acentuar, así nos digan que está mal y que eso no aparece en el Real Diccionario de la Lengua. Lo preciso es valorar el potencial que significa el lenguaje en nuestros cerebros, que nos ha dotado para escribir como García Márquez, cantar como Facundo Cabral y orar como sor Juana Inés de la Cruz que tenía orgasmos mientras recitaba sus oraciones en un purísimo castellano.


*Docente Unillanos

2 comentarios:

Javier Fierro Patiño dijo...

Otto.

Supongo que hay personas que se sienten afectadas por estas notas. Lo podemos lamentar, el asunto es real, el mundo cambia, evoluciona y la lengua tambien. Aunque hay algunas reglas que son necesarias para escribir bien, lo mejor es escribir para que se entienda y no escribir para alimentar el ego personal o para hacer alarde de un vocabulario rebuscado y anacrónico que prentende dar un aire elitista al texto.

Anónimo dijo...

Que par de bestias.No... sin comentarios. La estupidez de algunos es infinita.