sábado, agosto 14, 2010

Los “a prioris”


Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Pocas veces encuentra uno autores que de vez en cuando proclamen algo nuevo bajo el sol. Dentro de ellos, de manera reciente, he hallado a Umberto Maturana. Con un parecido físico a Charly García pero sin porros en la cabeza, Maturana es de una lucidez feliz y desafiante. Se declara especialista en quitar anteojeras y su arte mayor es derrumbar paradigmas. Dice que hay que andar con cuidado con la gente asnal donde abundan los burros con anteojeras, que al ser limitados en su visión, lograr permanecer tranquilos al lado del barullo del tráfico que los puede encabritar.

Enfila, por ejemplo, contra el paradigma occidental que proclama la racionalidad del ser humano por encima de cualquier otra condición humana y que subvalora, a la vez, la dimensión emocional en el ser humano: “Decir que la razón caracteriza a los humano es una anteojera, y lo es porque nos deja ciegos frente a la emoción que queda desvalorizada como algo animal o como algo que niega lo racional”. Y remata: “todo sistema racional tiene un fundamento emocional”. Lo cual quiere decir que en el mayor de los casos, cuando defendemos sistemas de valores, ideologías, corpus de saber y otros sistemas racionales lo hacemos sobre el sedimento acuoso y oscuro de lo emocional. Los discursos, el aparato racional, funcionan para justificar o enmascarar el fundamento emocional.

Así, hace uno años, ser liberal o conservador, era un asunto de herencia afectiva, una tradición de familia que celebraba el pasado épico del abuelo o abuela que se había batido en la guerra de los mil días. Igual pasa con las ideologías religiosas, trasmitidas en premisas recibidas “a priori”, y sustentadas en la reiteración irreflexiva, en el marco del boato y el ritual, de profunda dimensión emotiva y emocional.

Es preciso, antes de estar dispuesto a oír, debatir o aceptar ideas de otros, que aceptemos al otro desde lo emocional, la simpatía, afinidad o afecto. Los estudiantes suelen cerrarse al saber del maestro que no quieren y abrirse ante al conocimiento prodigado por el maestro al que sienten afín. En casi todos los casos, la justificación de una decisión de compra está basada en la emocionalidad, hacia donde dispara toda su batería publicitaria el mundo del consumo.

Sostiene Maturana que cuando se desencadenan discusiones, si se comparten las premisas de un sistema racional, a los sumo podrían llamarse “desacuerdos”, como diferencias triviales entre copartidarios; pero cuando se trata de premisas fundamentales de sistemas racionales diferentes, el desacuerdo pasa a ser una amenaza, “ya que el otro le niega a uno los fundamentos de su pensar y la coherencia racional de su existencia”. Asegura Maturana: “Por eso existen disputas que jamás se van a resolver en el plano en que se plantean”.

Implicarían antes de un diálogo, construir y compartir un sistema racional fundado en la emocionalidad de aceptación del otro compartido por las partes en disputa para lograr acuerdos.

Frente al compás de diálogo abierto por el gobierno y propuesto por la guerrilla, podríamos concluir: si no se logra construir un sistema racional basado en premisas compartidas: como ser todos colombianos, refundar un Estado moderno, equilibrado y en paz, no habrá jamás ni diálogo ni acuerdo; y en cambio, sin duda, prosperará el nuevo frente nacional, que une con facilidad a la clase política dominante en torno a premisas como la corrupción, el clientelismo y la exclusión de hace cincuenta años.

*Docente Unillanos

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