miércoles, septiembre 22, 2010

Sin tiempo para pensar (2)


Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*

Una de las peores consecuencias que conlleva la falta de tiempo es la carencia de tiempo para pensar. La tensión del tiempo actual inhibe la reflexión. El estigma de los tiempos es el aturdimiento. La estandarización y el control de tiempo es un factor valioso para la eficiencia pero anulador del sujeto a quien vuelve un piñón del engranaje productivo.

Una conquista valiosa para las clases que logran ingresos que les permita independencia económica es el tiempo de ocio para la investigación, el arte y ejercicio del pensamiento. El valor supremo que conquistaron pueblos como los griegos, basados en un régimen esclavista, era la conquista del tiempo para los que eran considerados ciudadanos, la clase dominante, que conquistaba para sí oasis de tiempo para mirar los astros, registrar la historia y filosofar.

Las sociedades, se han establecido así en corrientes de agua de discurren a diferentes velocidad y afán.

El uso ansioso del tiempo tiene que ver con nuestra naturaleza de mamíferos. Medidos en las magnitudes de tiempo astral y del universo, nuestro tiempo es efímero. La condición de animales de sangre caliente, con una demanda urgente de energía constante nos lleva a ciclos de vida vertiginosos. Un valor divino atribuido por los humanos a los dioses es la vida eterna, independiente del tiempo. Así, los esfuerzos del hombre en la ciencia han estado enfocados obsesivamente en la consecución de energía y tiempo.

La historia de los medios de transporte es así el rompimiento constante de las barreras de tiempo y espacio. Viajamos más a prisa, comemos más rápido, hacemos más cosas en menos tiempo a través de los computadores. El tiempo dejó de ser local para convertirse en global e inmediato. Una carta era un asunto de días, meses, para decidir asuntos cruciales; hoy son mensajes instantáneos en nuestros correos electrónicos. La ciencia médica lucha a diario por prolongar nuestros ciclos de vida y elevar el promedio.

De ello se avecina un conflicto pues, en proporción, estamos transgrediendo los ciclos de la naturaleza, el amable discurrir de las plantas y la vida de otras especies. Si no sincronizamos el tiempo de la humanidad con la naturaleza vamos a romper el engranaje de una sabiduría estelar que ha determinado ciclos y procesos evolutivos caracterizados por tiempos más dilatados y que concibió nuestra misma existencia en la tierra.

Seguramente, nuestra condición mamífera, a nivel mental, ha creado en nosotros un proceder febril. Somos paranoides, obsesivos, inquietos, nerviosos, compulsivos y orientados a logro de manera obsesiva.

Hay que volver a mirar los paisajes y a caminar lento. Dejar un poco la prisa. Ni la tierra ni el universo se va a acabar mañana, a no ser por nuestra propia prisa, que nos lleva como bólidos directo a una muralla de acero y concreto. ¿Valdrá entonces más ser sociedades rápidas, o lentas?

*Docente Unillanos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente articulo. Que importante es lograr el espacio para pensar y reflexionar.