“…que el efecto no sea
maravilloso extingue la magia”
Wikipedia
¿Cómo
se relaciona un viejo chamán, la ciencia, la magia y los artistas?
En
cierta forma, la sabiduría y el arte consiste
en ver más allá de lo que todos ven. Es descubrimiento, revelación, contemplación
y mirada de “algo” que los demás pasaron
desapercibido. Capacidad para penetrar
en abismos o develamiento de secretos. Los instrumentos básicos que potenciaron
la ciencia se relacionan con la capacidad de ver, hacia los mundos más pequeños
(microscopios), o hacia el orbe del Universo (telescopios). Buena parte del
desarrollo de la ciencia se relaciona con el desarrollo de instrumentos de
observación.
Un
chamán, la ciencia, la magia los artistas trabajan con la mirada.
No
importa la técnica que usen, todos logran mirar de manera potente. La ciencia
fija la mirada propia de occidente, con la racionalidad clásica que fundaron
los griegos. Más allá de los sentidos, establecieron una forma de mirar el
mundo, de contemplar la realidad. En grado extremo, es lo que logra hoy en día
la ciencia, sofisticada en instrumentos.
El
arte difiere en la forma de ver a la ciencia, pero igual, es mirada inédita,
compuerta a otra realidad a la cual es incapaz en principio de acceder la
ciencia. Es la mirada de la magia. Es decir, la obra artística tiene de algún
modo una dimensión mágica, un algo inexplicable.
La
literatura de García Márquez fue calificada de “realismo mágico”; nada más
contradictorio. Es decir, el arte hace posible la conjunción de dos mundos que
se niegan uno al otro. Para la ciencia, la imposibilidad explicativa y lógica de
los hechos que produce la magia, la
hacen irrelevante, insustentable. Para la magia, el mundo de la vida cotidiana
no es real. Solo el arte, tendría la capacidad de unirlos.
En
“Viaje a Ixtlan”, Castaneda hace decir a Don Juan Matus, su brujo mentor, algo
muy interesante. Lo que percibimos como realidad, mediado por la cultura, es solamente una descripción. Es una
mirada construida y fijada, que permite ver pero que impide percibir “otras”
descripciones, otras interpretaciones de la realidad. Según el brujo, real o
imaginario de Castaneda, es tan fuerte esta “mirada” que se sobrepone a la acción
misma de los sentidos, es decir, a la
acción misma de percibir. Si las claves para contemplar no nos han sido
suministradas previamente, es posible no ver. Lo que es preciso que sea
percibido, puede permanecer en un campo de visión amorfo.
Es
así que la magia, lo que puede venir a ser, es una mirada, un desciframiento de
un realidad descrita en otros términos. Recusa los argumentos de la lógica y la
racionalidad. Su ámbito se define más en el campo emocional e intuitivo. Al
organicismo, la funcionalidad, la estructuración, el utilitarismo y la
fragmentación del mundo hecho por la ciencia, opone la comunión mística del ser
con la naturaleza y con el todo.
La
magia tendría el valor de enseñar otras miradas para enriquecer al ser humano,
para incentivar el desarrollo de la creatividad, las emociones y la intuición. Sería
recuperar parte de un legado de la humanidad que clausuramos de manera brutal,
o del cual nos burlamos a modo despreciativo; ha perdido su potencia por el fin
utilitario, tanto de los que no supieron servirse de ella como de parte de sus
adversarios –aquellos que en términos de Castaneda, son incapaces de “romper la
certeza dogmática, compartida por todos nosotros, de que la validez de nuestra
percepciones, o nuestra realidad del mundo, se encuentra más allá de toda duda”.
Por
ello las visiones mágicas han sido desvalorizadas, a favor de la entronización
de una racionalidad destructora de la tierra, avasalladoras de las demás
culturas, esquizofrénica en la repetición y la rutina del trabajo, base de un
sistema de producción exacerbado en la acumulación egoísta. Una visión que de
no modificarse, es suicida.
El
arte, el buen arte, lo que logra es hallar fisuras en la realidad tozuda que
nos fue impuesta desde la infancia. Es andar por las rendijas, que acaso dejan
escapar algo de luz, que revelan otras realidades posibles, otros mundos. Cuando
el arte reproduce escuetamente la realidad, es servil y muere en parte; o al
menos, merma su potencialidad. Los magos, el circo, el cine, la poesía, la
pintura, son de efecto maravilloso y de manera escasa es lo que aún nos salva y
nos libera. Los artistas, lo sospecho, algo tiene que ver con los brujos de la
tribu.
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