Por: Otto Gerardo Salazar Pérez*
Lo que pretenden las dictaduras básicamente es la imposición de una sola idea, la proclamación de un solo pensamiento y tienen su vecindad y fuente en el pensamiento dogmático y ecuménico de las religiones. En ese sentido, una y otra, la idea religiosa y las dictaduras políticas sacralizan su discurso, lo elevan a condición unanimidad y lo declaran incuestionable, siendo incapaces de admitir otros puntos de vista. Para quienes expresan otros puntos de vista, se enfila un batería pesada de epítetos tales como: infieles, blasfemos, terroristas. Son la clausura de entrada a considerar la opinión del otro mediante la negación y el insulto degradante.
Su filosofía de unión y amor al prójimo solo es prodigada a quienes adjurar de otras ideas y se someten con infantil devoción a la idea proclamada y exaltada como verdad lisa y redonda.
Albert Einstein descubrió hace tiempo que todo es relativo y que las cosas dependen del punto de vista desde el que nos hallemos. Es una lección de física moderna que no ha entrado al estrecho ángulo deliberativo de las atrofiadas y anquilosadas democracias latinoamericanas. Colombia, por ejemplo. Una cosa es estar encadenado a un palo, temiendo un sobrevuelo y una ráfaga de punto treinta, y otra muy distinta, andar en ambientes perfumados y trascendentes de las oficinas del alto gobierno perfectamente seguras y salvaguardadas en tira y aflojes sobre las políticas de acuerdo humanitario, apertura de diálogos y negociaciones de paz.
Sin embargo ha podido más la presión a los medios que hace el presidente Uribe, cuando no la captación abierta de alguna cadena radial y televisiva privada, -no lo diré para que los lectores lo descubran- o el uso desmedido de los medios de comunicación del Estado para dar y machacar con su política de guerra, denominada “política de seguridad” que ha eclipsado otros puntos de vista. El unanimismo servil de sus ministros, la renuncia de la mayoría legislativa del Congreso para deliberar sobre políticas de paz y acuerdo, y la omisión de los sectores económicos a abrir y convocar otros espacios de opinión, ha terminado por imponer una sola idea, cerrando el espacio al libre examen de múltiples puntos de vista y la deliberación de posiciones discordantes que nos permita construir acuerdos.
El ex gobernador del Meta, Alan Jara Urzola, trajo de su amargo y prolongado cautiverio otros puntos de vista:
1. La falta de inclusión social es una fuente para que la guerrilla y los ejércitos irregulares de este país se nutran de jóvenes.
2. La apuesta decidida del gobierno esta por la guerra y no por la paz y por encima de la integridad y vida de los colombianos.
3. La guerrilla no es un ente derrotado lo cual debe llevar a la búsqueda de soluciones negociadas.
Lo que trajo el ex gobernador del Meta a la opinión de país fue diversidad y variación de las ideas. En una y otra parte se ha dicho: lo que más conviene a la democracia es la diversidad ideológica y no el unanimismo. En palabras de Llinás: “la homogenización del pensamiento, a su vez, homogeniza la sociedad, perspectiva bastante sombría (…)" ya que la homogeneidad disminuye la variación, la cual es la clave de la supervivencia.
Finalmente, si la Constitución Política viene a representar una conciencia colectiva del pueblo de Colombia, el mandato que emana de ella a un presidente es garantizar lo que ella expresa de primera manera y de forma esencial: la prevalencia de la vida, y no de la guerra.
*Docente Unillanos
Lo que pretenden las dictaduras básicamente es la imposición de una sola idea, la proclamación de un solo pensamiento y tienen su vecindad y fuente en el pensamiento dogmático y ecuménico de las religiones. En ese sentido, una y otra, la idea religiosa y las dictaduras políticas sacralizan su discurso, lo elevan a condición unanimidad y lo declaran incuestionable, siendo incapaces de admitir otros puntos de vista. Para quienes expresan otros puntos de vista, se enfila un batería pesada de epítetos tales como: infieles, blasfemos, terroristas. Son la clausura de entrada a considerar la opinión del otro mediante la negación y el insulto degradante.
Su filosofía de unión y amor al prójimo solo es prodigada a quienes adjurar de otras ideas y se someten con infantil devoción a la idea proclamada y exaltada como verdad lisa y redonda.
Albert Einstein descubrió hace tiempo que todo es relativo y que las cosas dependen del punto de vista desde el que nos hallemos. Es una lección de física moderna que no ha entrado al estrecho ángulo deliberativo de las atrofiadas y anquilosadas democracias latinoamericanas. Colombia, por ejemplo. Una cosa es estar encadenado a un palo, temiendo un sobrevuelo y una ráfaga de punto treinta, y otra muy distinta, andar en ambientes perfumados y trascendentes de las oficinas del alto gobierno perfectamente seguras y salvaguardadas en tira y aflojes sobre las políticas de acuerdo humanitario, apertura de diálogos y negociaciones de paz.
Sin embargo ha podido más la presión a los medios que hace el presidente Uribe, cuando no la captación abierta de alguna cadena radial y televisiva privada, -no lo diré para que los lectores lo descubran- o el uso desmedido de los medios de comunicación del Estado para dar y machacar con su política de guerra, denominada “política de seguridad” que ha eclipsado otros puntos de vista. El unanimismo servil de sus ministros, la renuncia de la mayoría legislativa del Congreso para deliberar sobre políticas de paz y acuerdo, y la omisión de los sectores económicos a abrir y convocar otros espacios de opinión, ha terminado por imponer una sola idea, cerrando el espacio al libre examen de múltiples puntos de vista y la deliberación de posiciones discordantes que nos permita construir acuerdos.
El ex gobernador del Meta, Alan Jara Urzola, trajo de su amargo y prolongado cautiverio otros puntos de vista:
1. La falta de inclusión social es una fuente para que la guerrilla y los ejércitos irregulares de este país se nutran de jóvenes.
2. La apuesta decidida del gobierno esta por la guerra y no por la paz y por encima de la integridad y vida de los colombianos.
3. La guerrilla no es un ente derrotado lo cual debe llevar a la búsqueda de soluciones negociadas.
Lo que trajo el ex gobernador del Meta a la opinión de país fue diversidad y variación de las ideas. En una y otra parte se ha dicho: lo que más conviene a la democracia es la diversidad ideológica y no el unanimismo. En palabras de Llinás: “la homogenización del pensamiento, a su vez, homogeniza la sociedad, perspectiva bastante sombría (…)" ya que la homogeneidad disminuye la variación, la cual es la clave de la supervivencia.
Finalmente, si la Constitución Política viene a representar una conciencia colectiva del pueblo de Colombia, el mandato que emana de ella a un presidente es garantizar lo que ella expresa de primera manera y de forma esencial: la prevalencia de la vida, y no de la guerra.
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