martes, mayo 29, 2012

La voz propia, el registro personal (I)

Hallar la voz propia, ese registro personal y único que nos diferencia, no siempre es una misión con suerte. Mi apuesta es que en la mayoría de los casos no se logra. Ni en las democracias ni en la dictaduras. Por supuesto que en las dictaduras es aún más difícil, pero vivir en una democracia tampoco es una garantía, pues en últimas, una democracia, viene a ser una dictadura por consenso inducido entre las mayorías por una minoría a quien le conviene el disfraz de la democracia.

Esta prosecución, similar entre los únicos regímenes que podrían existir, variando en gama e intensidad que induce a error y alienta la ilusión de alternatividad, viene a revelar un propósito común: que de manera universal se persigue sobre todo la homogeneidad y la uniformidad, en contra de lo singular y único.

La escuela, la organización, la familia, la iglesia, de manera general, todas las instituciones instigan para su mejor gobierno y conveniencia por la uniformidad. El desvío, la singularidad, suele recibir todo el peso del castigo y la reprobación. Se “reprueba” el año, se separa del cargo, se aísla del grupo, se segrega, se discrimina, se aparta y se extraña. Aún en la familia suele aparecer patitos feos.

Incluso las opciones de singularidad contemporáneas; nuevas cultura urbanas, están previamente diseñadas por la industria para inducir sensación de flexibilidad y elasticidad en ese régimen oculto que conspira contra la voz propia. Termina uno infelizmente siendo un gótico, un emo o un rasta uniformado y duluído en una paradigma convencional vendido con tiquete de postmodernidad.

La pregunta viene a ser, ¿y cuál es el ánimo de perseguir ser diferente a todos? La pregunta circula y acosa sobre todo a los artistas, más que a los científicos. Porque, aunque ambos persigan la creatividad que los aboque a nuevos realidades, es el artista el que necesita la voz propia y el registro personal para serlo de manera auténtica. El artista descubre pronto que no queda nada por crear, que no hay nada nuevo bajo el sol. Que los artistas que lo han sido, no lo son por los hechos que relatan o que pintan, sino por la forma particular en que cantaron y vieron.

La escuela de arte les ha enseñado amargamente que la técnica es apenas una posibilidad y que la potencialidad real está en su forma de ser, específicamente, en ser, único e irrepetible, para entonar un conjunto de notas limitado y fijo. Si uno lee a Rulfo, a García Márquez o a Cortazar, es básicamente por lo son o fueron como sujetos únicos con registro propio de voz.


*Docente Unillanos

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